Si las condiciones objetivas son difíciles, si hay explotación, violencia, persecución, hostilidad, abuso, discriminación, hay que abordar esas condiciones para acabar con el origen de ese sufrimiento. En las sociedades hay muchos problemas estructurales que generan desigualdad y violencia que deben ser abordados para lograr justicia y un verdadero bienestar. Gran parte del estrés, el desasosiego, la ansiedad, la desconexión y la indiferencia, entre otros aspectos de nuestro panorama mental, son debidos a como están configuradas nuestras sociedades.
Como el impacto es mayor en ciertos colectivos son ellos quién más podrían beneficiarse de tener acceso a recursos como la meditación. Ofrecer las prácticas a esos colectivos y a las personas que trabajan a favor de la justicia social ha sido denominado mindfulness socialmente comprometido.
El mindfulness socialmente comprometido tiene dos aspectos. Por un lado atender el sufrimiento que hay en ciertos espacios, como hospitales, asilos o cárceles, proporcionando apoyo a comunidades impactadas de un modo desproporcionado por el sistema penitenciario, jurídico, económico, etc.
Podemos llevar las prácticas a esos lugares o ser nosotros practicantes de mindfulness en el modo en que nos relacionamos con estos colectivos. En otras palabras, ofrecer prácticas que puedan ser de ayuda o utilizar esas prácticas para ayudarnos a nosotras mismas a ser más útiles para estos colectivos.
Nos permite ser más eficaces al aumentar nuestra resiliencia y nuestra capacidad de no ser sobrepasados emocionalmente debido a las exigencias de colectivos como la población sin hogar, penitenciaria, personas drogadictas, jóvenes en riesgo de exclusión, mujeres abusadas, etc..
Este es el aspecto del cuidado, que incluye promover cambios en los sistemas y estructuras que están provocando sufrimiento, a favor de la justicia social, económica, y ambiental.
Un segundo aspecto, es dar testimonio. Esto es parte de muchas tradiciones religiosas, espirituales, y se refiere a no mirar a otro lado. Es mantener los ojos abiertos ante las injusticias y el sufrimiento. Hay un instinto a mirar a otro lado porque queremos evitar el la tristeza, el dolor, instintivamente queremos proteger nuestra sensibilidad.
Con mindfulness podemos desarrollar la valentía, el coraje, la resiliencia, que nos permite no mirar a otro lado, y tener los recursos para sostener la mirada sin perdernos en las dificultades y el sufrimiento que presenciamos.
Comments