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Considerar a alguien como “diferente”

  • Foto do escritor: Sebastián Porrúa
    Sebastián Porrúa
  • 21 de nov. de 2024
  • 5 min de leitura

Atualizado: 13 de dez. de 2024

En todas partes hay algún colectivo o etnia, alguna minoría, que tiene a un mayor porcentaje de su población encarcelada. Generalmente es un colectivo o una minoría que tiene una historia de exclusión y desprecio por parte de la población dominante. Cuanto más oprimido y marginado has estado, cuanto más traumatizado Para abordar la cuestión hay que dirigirse a los elementos estructurales de la situación en las que se encuentra ese colectivo y cambiarlos, para lograr una justicia de facto. Es ese el trabajo político y social para combatir la discriminación y el racismo.

En paralelo a trabajar por la justicia social en un plano político la meditación puede ayudar a deshacer sesgos raciales y culturales que discriminan a personas y colectivos por ser considerados diferentes.

Aquí quería ofrecer dos prácticas de meditación cuya finalidad es acercar al que consideramos diferente, deshacer prejuicios, y sentir todo lo que nos une.

Te invito primero a realizar unas respiraciones más profundas para comenzar a dirigir la atención hacia adentro. Lleva la atención al cuerpo y relaja cualquier tensión que puedas encontrar, permite que tu cuerpo y mente estén en calma. Ahora trae a la mente a una persona que sientes diferente a ti. No alguien con quien tengas un conflicto específico, sino alguien hacia quien sospechas que puedes tener algún prejuicio de algún tipo. Puede ser un colectivo marginado en tu sociedad, tal vez por cuestiones raciales, o identidad sexual, o condición social.

Antes de continuar, siente tu intención, la intención de sentir interconexión, de permitirte ser inclusivo. Ahora, haz a esta persona o ser diferente más presente en tu mente. Imagínatela, visualízala, y nota cualquier barrera que pueda estar apareciendo, cualquier distancia que ya sientes de entrada. Quizá ves ya un juicio que tienes hacia esta persona. Quizá sientes que esa persona y su grupo colectivo son, de alguna manera, menos inteligentes, o éticos, o atractivos, o importantes, o respetuosos, o educados, o capaces que tú. Quizá hay un hábito de culpar al colectivo al que pertenece esta persona de causar daño. Profundiza ahora en tu investigación, intentando descubrir realmente, ¿cómo es esta persona? ¿Cómo es ser esta persona? Pregúntale a la imagen que tienes en la mente, ¿cómo es ser tú? ¿Cuáles son tus esperanzas y anhelos en la vida? ¿Son metas individuales? ¿Son aspiraciones colectivas, sociales? Y, ¿cuáles son tus miedos? ¿Cuál es tu dolor? De nuevo, a nivel individual o colectivo.

Preguntando en profundidad, ¿qué te resulta doloroso? ¿Dónde duele? Puedes preguntar, ¿qué necesitas? ¿Qué quieres que ocurra? ¿Qué es lo que este ser más necesita de ti, de otros, de la sociedad? Y siente simplemente a tu corazón respondiendo activamente con apertura, con energía, con cuidado, con la intención de ser de ayuda. Puedes incluso imaginarte a ti mismo proporcionando ayuda, de un modo activo. Y desde dentro de ti, haz espacio para la comprensión, respeto, cuidado, acompañamiento. Ampliando el campo para incluir a todos los que, de alguna manera, han sido dejados de lado, quienes de algún modo son marginados, oprimidos, relegados, son considerados de alguna manera como inferiores, sintiendo como todos los seres te son cercanos. Y al meditar, puedes ampliar el campo y sentir a todo el mundo colectivamente en este espacio, compartiendo la intención de que nadie sea discriminado, maltratado, excluido.








Ahora veamos una segunda meditación para contrarrestar el convertir a alguien en el “otro”. Además de las barreras a conectar con ciertos colectivos debido al condicionamiento social también aparecen barreras cuando tenemos alguna necesidad de seguridad, satisfacción o conexión que no está siendo atendida. Del mismo modo podemos perder la conexión con otros y erguir barreras cuando hay miedo o trauma, cuando nos hemos sentido excluidos o maltratados. La siguiente meditación pretende fomentar pues un sentido de la realidad del otro, salir de las proyecciones y de las respuestas condicionadas por el miedo y el deseo y veamos realmente a la otra persona.

Puedes hacer la meditación en pareja, con la otra persona delante de ti o imaginándotela. Tal vez alguien con quien has tenido un conflicto o hacia quien sientes un resentimiento o alguien que te resulta indiferente, conocido o desconocido. Siente la presencia de esta otra persona y haz las siguientes reflexiones permitiéndote sentir las palabras profundamente.

Esta persona tiene un cuerpo, un corazón, una mente, igual que yo.
Esta persona tiene sentimientos, emociones y pensamientos, igual que yo.
Esta persona ha experimentado dolor físico y emocional, al igual que yo.
Esta persona a veces ha estado triste, decepcionada, enfadada, dolida, al igual que yo.
Esta persona se ha sentido a insuficiente o inadecuada, al igual que yo.
Esta persona se preocupa y se asusta, al igual que yo.
Esta persona se morirá, al igual que yo.
Esta persona ha querido amistad, al igual que yo.
Esta persona está aprendiendo de la vida, al igual que yo.
Esta persona quiere ser cariñosa y buena con los demás, al igual que yo.
A esta persona le gustaría estar satisfecha con lo que la vida que está viviendo, al igual que yo.
A esta persona le gustaría estar libre de dolor y de sufrimiento, al igual que yo.
Esta persona desea estar segura y sana, al igual que yo.
Esta persona desea ser feliz, al igual que yo.
Esta persona desea ser amada, al igual que yo.
 
Esta persona está intentando navegar la vida lo mejor que puede, al igual que yo.
 
Ahora, deja que aparezcan deseos de bienestar:
Que esta persona tenga la fuerza, recursos y el apoyo social para navegar las dificultades de la vida con facilidad.
Que esta persona esté libre de sufrimiento y sus causas.
Que esta persona sea feliz y esté en paz.
Que esta persona sea amada... porque esta persona es un ser humano, al igual que yo.
 
Al ver los lugares que nos causan pesar vemos también los lugares que causan pesar a otras personas, ver las dificultades con las que tenemos que lidiar es una oportunidad para comprender aquello con lo que los demás también tienen que lidiar. "Al igual que tú", quieren abrirse, solo para ver cómo al igual que tú se cierran después; como nosotros, tienen la capacidad de ser felices, y por ignorancia se pierden en otras cosas. Podemos ver que todos queremos ser felices, pero nos perdemos con mucha frecuencia en estrategias poco saludables.
 
Al observar nuestras propias vidas no se trata de criticarnos por caer con frecuencia o de vez en cuando en una mirada reducida del otro, solo darnos cuenta de lo que ocurre cuando estamos estresados o preocupados en nuestras relaciones. Observar cómo nos sentimos cuando nos sentimos desconectados de los demás para cultivar intencionadamente la conexión con el otro.





 
 
 

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